Palabras del dip. Failde


Tansporte Público Automotor

El actual sistema de Transporte Público Automotor no logra satisfacer las demandas presentes en una época en la que hemos dado -prácticamente- un salto cualitativo con relación al modelo de mediados del siglo XX en el que todavía basan su funcionamiento los colectivos.

El sistema que padecemos los porteños se sustenta en una concepción donde la oferta de transporte apenas se limita a atender la demanda cuantitativa, se ofrece al público "tal como es" para que aquel que pueda lo use y deja sin respuesta a quien por alguna razón no pueda acceder o no le resulte útil o seguro.

Una concepción que no contempla desde hace décadas la contrastación de la capacidad y calidad que se está ofreciendo, con las necesidades y derechos de los usuarios que se van redefiniendo a lo largo de los años. Una forma de prestar servicio que deja en último lugar los intereses de la población anteponiendo los del propio estado, los del sector empresario y los gremiales.

Hay otras demandas de las personas, además de la presión numérica por trasladarse. Demandas legítimas que comparten, con la posibilidad de transportarse, la categoría de derechos ciudadanos. Hace décadas que se desoyen los reclamos mientras se profundizan las carencias del sistema.

La gente con dificultades para movilizarse -que conforma un universo enormemente más amplio que el delimitado por el concepto de "discapacidad"- encuentra muchas veces en los colectivos barreras infranqueables. Otras veces el uso implica poner en riesgo su seguridad personal.

La falta de colectivos accesibles para todos plantea una exclusión injustificable.

Tenemos derecho a un ambiente sano y el transporte público automotor es uno de los principales agentes de contaminación del aire y uno de los principales responsables de la contaminación acústica.

Desde la época en que se fue desarrollando la modalidad colectiva de transportarse, ha habido un impresionante avance teconológico que, entre otras cosas, nos ha permitido descubrir cómo muchas de nuestras acciones dañan el medio ambiente. También desde ese punto de vista podemos hablar del colapso. Hoy sabemos que los colectivos son grandes generadores de polución. No podemos pensar más soluciones de transporte que terminen agravando otros problemas.

Creo oportuno recordar que estamos subsidiando la forma de hacer las cosas que nos llevó a esta situación de deterioro. Se ha puesto en marcha una fórmula perversa: cuanto peor está el Transporte Automotor más subsidios necesita.

Frente a un sistema colapsado se plantea, entonces, una encrucijada: seguir diseñando parches para prolongar la sobrevida de un transporte obsoleto o -con una mirada profundamente crítica, creativa e inclusiva- pensar qué sistema de transporte necesitamos los porteños.

La segunda opción me ha llevado a emprender este trabajo.

Ofrecemos en él una caracterización detallada del problema del Transporte Automotor apoyada por abundante documentación, estadísticas y gráficos.

Se abordan aspectos específicos del transporte, el marco jurídico, el punto de vista ambiental, económico, la seguridad vial.

Se plantean líneas de trabajo para establecer los conceptos pilares de un sistema que además de cumplir eficazmente su función primordial lo haga en una marco de convivencia e inclusión.

No podemos seguir pensando sistemas que dejen al margen a una parte de la población. No podemos desentendernos del cuidado del ambiente. No podemos plantear una utilización de la energía poco racional y contaminante.

Tampoco es posible que los porteños nos veamos impedidos de diseñar el transporte que necesitamos por lo que es imprescindible y urgente lograr el ejercicio pleno de nuestra autonomía.

El presente trabajo es, en definitiva, un paso en el sentido de una meta que es, seguramente a largo plazo. Meta inalcanzable si el "largo plazo" no empieza en algún momento. Pasos necesarios para que la meta de vivir mejor en la ciudad de Buenos Aires no se transforme en "El cuento de nunca empezar".